- Los síntomas primarios pueden ser identificados por los padres o los maestros, pero el diagnóstico idóneo es que da el neurólogo
El trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDHA), antes identificado como hiperquinesia o como disfunción cerebral mínima, es una neuropatología que aqueja a cuando menos un niño en cada aula de clases, afirmó la neuróloga pediatra, adscrita al Hospital General Regional No. 1 del IMSS, Madai Piña Reyna, luego de referir que este trastorno se identifica en niños con hiperactividad, impulsividad y/o déficit de atención, es decir, puede presentarse uno o tres de éstos puntos cardinales.
Explicó que estas conductas pueden ser fácilmente identificadas en la etapa escolar, ya que son niños en los que se observa excesivo movimiento, pero sobre todo por la falta de rendimiento en el proceso de aprendizaje, sin embargo, recalcó la especialista, debido a que no hay un apoyo diagnóstico o marcador biológico (como estudios de laboratorio), y a que existen neuropatologías como el trastorno de ansiedad y la depresión infantil que pueden confundirse con el TDHA, es muy recomendable que los padres, acudan con un neurólogo para un diagnóstico definitivo, aunque el tratamiento dependerá de las características de cada paciente, pudiendo ser farmacológico, siquiátrico, sicológico o terapéutico,.
Las causas pueden ser genéticas o hereditarias, la prematurez, el abuso de sustancias durante el embarazo, problemas al nacimiento, o bien, en etapas más avanzadas, por traumatismos, meningitis.
A decir de la neuróloga, se tenía la idea errónea de que es un trastorno, que se presentaba hasta antes de los 14 años, ahora se sabe que en un 40 o 50% de los casos, pueden presentar trastorno de hiperactividad residual, es decir, puede permanecer hasta la juventud, y reflejarse en conductas antisociales y de desarrollo laboral.
En razón de esto, la especialista instó a los padres de familia y a los docentes a asumir la corresponsabilidad de tratar este padecimiento, ya que no es un problema sólo del paciente y del médico tratante, ya que sus repercusiones sociales son importantes.
Finalizó su intervención expresando que este trastorno no desaparece, pero es controlable con tratamientos, farmacológico sustitutos de la dopamina, así como terapias de autocontrol y el deporte.