Valentina Oropeza
autor,BBC News Mundo
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Por las noches Nora sueña con una casa oscura y desconocida. No es el sitio donde vive en Miami, tampoco el hogar que dejó en Nicaragua hace 24 años. Esta casa se encuentra en los confines de su temor más profundo: la deportación.
«¿Qué hago yo aquí? ¿Por qué me vine para acá?», se pregunta dentro de aquella casa en la que descubre que nada le pertenece, una pesadilla que se repite cada noche desde que comenzó la recta final de la campaña presidencial en Estados Unidos.
Aunque sus dos hijas son ciudadanas estadounidenses, Nora es indocumentada. Y si el candidato republicano, Donald Trump, gana las elecciones, podría verse obligada a volver a Nicaragua.
«Mis hijas no pueden pedirme ante Migración, porque entré de forma irregular por la frontera sur», afirma después de acordar que su identidad verdadera se mantenga anónima. «Qué difícil es pensar en volver a casa sin saber si podré regresar acá».
La definición de casa como el espacio donde se construyen las memorias familiares es el tema diario de conversación entre Nora, de 47 años, su esposo y sus hijas Christell y Leah, de 30 y 19. Discuten qué harán si Trump resulta electo y cumple la promesa electoral de emprender la deportación masiva de indocumentados.
«Nos sentamos a hablar, porque hay mucha ansiedad y mucho miedo», cuenta Nora.
«Mis hijas me han dicho que, si tomo la decisión de marcharme de Estados Unidos, ellas se irían conmigo».
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