Redacción
BBC News Mundo
Probablemente los has dicho, seguramente los has oído o leído.
Son textos cortos que parecen resumir la verdad, como joyas de perfecta sabiduría. Concisos, profundos, didácticos.
Fue Hipócrates quien, 400 años antes de la era común, usó la palabra que heredamos del griego para nombrarlos y que significaba «definición».
El que muchos llaman «el padre de la medicina» los usaba para resumir las reglas establecidas para la práctica médica.
«La vida es corta y el arte largo. La experiencia fugaz de la crisis es peligrosa y la decisión, difícil».
Hoy los aforismos son menos prácticos.
Ahora, la palabra indica un bocado de sabiduría general, resumido brevemente y con estilo, como «Lo que no te mata, te hace más fuerte», de Friedrich Nietzsche, o «La duda es uno de los nombres de la inteligencia», de Jorge Luis Borges.
Adagios, proverbios, epigramas y máximas forman parte de la misma familia, ligeramente mandona y dictatorial, al igual que los eslóganes y jingles.
Pero en el cínico clima de 2021, cuando nadie parece tener el monopolio de la verdad, las voces de los expertos sólo invitan a la duda y al desacuerdo, ¿caducaron estas píldoras de certeza?
Curiosamente, parece que no.
Cada vez se publican más libros aforísticos y la forma florece en las redes sociales.
¿Será porque los aforismos son una forma literaria mucho más humilde y compleja de lo que parece?
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