Javier Aguado-Orea y Diarmuid Verrier
Título del autor,The Conversation*
Es una sensación familiar para muchos padres. No importa lo que le sugieras, tu hijo en edad preescolar sólo quiere volver a ver ese episodio de Bluey (una serie animada australiana), sin importarle que acaba de terminar.
Y a la hora de dormir, debes acompañarlo con un libro que hayas leído con la suficiente frecuencia como para haber desarrollado un repertorio de voces específicas para cada personaje.
Este interés profundo y repetitivo por un episodio de televisión, un juego o un tema puede resultar frustrante para los padres que sólo quieren ver algo diferente.
Pero esta repetición tiene en realidad grandes beneficios para el aprendizaje y el bienestar de los niños.Una de las razones es el llamado «efecto de aporte». No es un concepto nuevo en la ciencia cognitiva.
En busca de patrones
Piensa en el cerebro como un órgano que hace todo lo posible por averiguar qué es normal en nuestras vidas, qué forma parte de un patrón regular y qué no.
Los investigadores descubrieron un fenómeno conocido como «aprendizaje estadístico». Según esta idea, los niños son muy sensibles a la aparición de regularidades y patrones en su vida.
Curiosamente, los bebés son especialmente hábiles para comprender ciertos tipos de material, como la probabilidad de que se produzcan determinados sonidos en el discurso que les dirigimos. Pero necesitan muchos ejemplos para detectar regularidades.
Por ejemplo, en todas las lenguas, y el inglés no es una excepción, los sonidos incluidos en las palabras tienden a seguir ciertos patrones.
En inglés, por ejemplo, algunas de las combinaciones más comunes de tres letras son «the», «and» o «ing». Tiene sentido que el cerebro de los niños busque la repetición: en este ejemplo, les ayudará a aprender el lenguaje.
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