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21 noviembre, 2024
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«ME ARREPIENTO DE HABER ASUMIDO EL ROL DE MADRE, NO DE MI HIJA»: LA AMBIVALENCIA DE LA MATERNIDAD QUE SIGUE SIENDO TABÚ

Amanda Ruggeri

BBC Worklife

Incluso antes de tener a su primer hijo, Libby Ward sabía qué tipo de madre quería ser.

Paciente. Cariñosa. Proactiva.

Pero sus esperanzas iban más allá, especialmente cuando miraba a las madres de su círculo social. También quería emularlas de otras maneras: comidas caseras, casas impecables, horarios de siesta.

Cuando tuvo a su hija en 2014, Ward se encontró, en su mayor parte, capaz de ser madre como había esperado.

Dos años después tuvo a su hijo y tenía problemas para amamantarlo. El bebé no dormía más de dos horas seguidas. Parecía tener dolor.

«Sentí que no podía satisfacer sus necesidades de comida, sueño o comodidad», dice Ward, que vive en Ontario, Canadá.

«No podía estar a la altura de los estándares que me había fijado. Y todo simplemente se vino abajo», agrega.

Más que nada, sintió rabia. El resentimiento se trasladó hacia su pareja, sus hijos e incluso completos extraños; cualquiera que pareciera estar pasando por un momento más fácil que ella. Entonces sintió vergüenza por sentirse así.

«Pasaron unos cinco meses de ser madre de dos hijos cuando finalmente me miré al espejo y no pude reconocerme física, emocional y mentalmente», cuenta Ward. «Dije: ‘Esta no soy yo. Esta no es quien soy. No es quien quiero ser. No es quien esperaba ser'».

Ambivalencia

Estaba viviendo una sensación experimentada por muchos, pero de la que pocos hablan: la ambivalencia materna.

Definida como sentir emociones complejas, a menudo contradictorias, en torno a la maternidad, la ambivalencia no tiene que ver con la falta de amor por un hijo.

De hecho, las madres que se identifican como ambivalentes tienden a tener claro que harían cualquier cosa por sus hijos, tanto que, para muchas, la preocupación, el estrés y el miedo que sienten por sus hijos es parte de por qué encuentran que ser madre es tan desafiante.

Pero también pueden sentir ira, resentimiento, apatía, aburrimiento, ansiedad, culpa, pena o incluso odio, emociones que la mayoría de las personas no asocian con la maternidad, y mucho menos con ser una «buena» madre.

La mezcla de emociones no es sorprendente. Ser madre es, después de todo, una tarea emocional que requiere mucho tiempo y trabajo, y que significa un cambio fundamental en la identidad de uno, así como cambios fisiológicos a menudo difíciles.

Algunas cosas hacen que la ambivalencia materna hoy sea un poco diferente y, muy probablemente, más difícil de navegar.

En primer lugar están los estándares, a menudo poco realistas, sobre lo que significa ser una «buena» madre, realzados aún más por la sobrecarga de información y la comparación que ofrece la industria de consejos para padres, internet y las redes sociales.

En segundo lugar está la vergüenza y el estigma que sienten muchas madres -en una cultura que aprecia proverbios como ‘¡Atesora cada momento!’- incluso por abordar el tema.

A las madres se les puede permitir decir que la crianza de los hijos es difícil, pero es mucho más tabú decir que no necesariamente disfrutan el rol.

 

Leer más: https://www.bbc.com/mundo/vert-cul-63897095

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