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18 enero, 2025
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LUANA, LA ADOLESCENTE ARGENTINA QUE A LOS 6 AÑOS SE CONVIRTIÓ EN UNA DE LAS PERSONAS MÁS JÓVENES DEL MUNDO EN CAMBIAR LEGALMENTE DE GÉNERO

 

Madeleine Drury*

Witness History, Servicio Mundial de la BBC

«Yo nena, yo princesa», balbuceó a los 2 años Luana -que en aquel momento se llamaba Manuel- cuando su mamá le preguntó qué hacía jugando con unos vestidos de nena.

«Hubo situaciones extremadamente violentas en el jardín de infantes en esos dos años», le dice a la BBC Gabriela Mansilla, la madre de Luana, quien desde 2009 acompaña en el proceso de afirmación de género a su hija.

«El momento donde todo comenzó a cambiar fue cuando ella no solo me dijo que era una niña, sino que había elegido su propio nombre: Luana», recuerda la madre, quien con el paso de los años fundó la asociación civil Infancias Libres.

Unos años más tarde, en 2013, Luana consiguió cambiar su nombre en su identificación personal, llamado en Argentina Documento Nacional de Identidad (DNI), necesario para votar, casarse, conseguir un trabajo y para ser atendido por un médico.

El hecho de haber conseguido su cambio de género, con solo 6 años de edad, la convirtió en una de las primeras niñas transgénero del mundo en tener una cédula oficial acorde a su identidad de género sin necesidad de que el trámite pasara por la justicia.

Además de la sanción de la ley de Identidad de Género en 2012 en Argentina, una medida pionera en el mundo impulsada por el movimiento feminista del país, ha sido clave el papel de Gabriela, una madre que luchó por el reconocimiento legal de la identidad transgénero de su hija y la acompañó en el proceso.

«Tenía mucho miedo. El mismo miedo que tengo hoy cuando mi hija sale a la calle, pero alguien tenía que hacerlo», dice Gabriela.

Esta es la historia de Luana.

«Mi nombre es Luana»

Gabriela Mansilla dio a luz a dos hijos gemelos de sexo masculino en 2007. Pero al poco tiempo, uno de ellos comenzó a identificarse como niña.

«Mis recuerdos no son tan agradables ni alegres porque Luana sufrió mucho. No entendíamos lo que le pasaba cuando era pequeña. Los recuerdos que tengo son de su llanto incesante, de no poder dormir, de sus autolesiones, hasta que pudo ponerlo en palabras», recuerda Gabriela.

Recién cuando Luana pudo decírselo, con solo 2 años, empezó a mejorar la situación para la pequeña. Gabriela se recrimina el hecho de no haber podido escuchar antes el mensaje que transmitía su hija.

«No podía creer lo que estaba diciendo en ese momento», recuerda la madre de Luana sobre la etapa «difícil para la familia» en que la niña empezó a identificarse como mujer.

Fue ahí que empezó un recorrido largo, que implicó la revisión de médicos, psiquiatras, psicólogos y neurólogos en un intento de reafirmar su masculinidad, consultas que empezaron a ser parte de su vida.

Fue entonces cuando la niña finalmente dijo: «Mi nombre es Luana».

Desde ese momento, hace más de 15 años, Gabriela buscó la manera de acompañar el recorrido de su hija como una niña trans. Es decir, una niña cuya identidad de género no coincidía con el sexo asignado al nacer.

«Creo que lo que nos salvó fue simplemente escuchar a Luana y abrazarla. El amor que siento por mi hija fue lo único que salvó esta historia, porque dejé de escuchar a todos y comencé a escucharla a ella», sostiene.

Leer más: https://www.bbc.com/mundo/articles/cdxzyxp4kgyo

 

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