Brandon Drenon
Título del autor,BBC News
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Kennesaw, Georgia
Kennesaw, en el estado de Georgia, tiene todos los elementos típicos de un pueblo pequeño en el sur de Estados Unidos que uno podría imaginar.
Se percibe el olor de galletas horneadas que emana de Honeysuckle Biscuits & Bakery y el ruido de un tren cercano. Es el tipo de lugar donde los recién casados dejan tarjetas de agradecimiento escritas a mano en las cafeterías, elogiando el ambiente «acogedor».
Pero hay otro aspecto de Kennesaw que a algunos les puede sorprender: una ley municipal de los años 80 obliga legalmente a los residentes a poseer armas y municiones.
«No es como si uno fuera por ahí llevándola en la cadera como en el Salvaje Oeste», dice Derek Easterling, alcalde de la ciudad durante tres mandatos y que se describe a sí mismo como un «marinero retirado».
«No vamos a ir a tocar a su puerta y decirle: ‘Déjeme ver su arma'».
La ley de armas de Kennesaw es clara: «Para garantizar y proteger la seguridad y el bienestar general de la ciudad y sus habitantes, todo jefe de familia que resida dentro de los límites de la ciudad debe tener un arma de fuego, junto con municiones».
Los residentes con discapacidades mentales o físicas, condenas por delitos graves o ciertas creencias religiosas están exentos de la ley.
Por lo que sabe el alcalde Easterling y varios funcionarios locales, no se ha procesado o arrestado a nadie por violar el Artículo II, Sec 34-21, que entró en vigor en 1982.
Y ninguna de las personas con las que habló la BBC pudo decir cuál sería la pena por ser encontrado culpable de una infracción.
Aún así, el alcalde insistió: «No es una ley simbólica. No me interesan las cosas sólo para exhibirlas».
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