Laura Plitt
Role,BBC News Mundo
Egoístas, mandones, torpes socialmente, celosos, acostumbrados a salirse con la suya y, por si fuera poco, bastante malgeniados.
Su mala fama los precede. Sin embargo, numerosos estudios muestran que estas no son características asociadas necesariamente a los hijos únicos, y que estos, en muchos sentidos, no son particularmente diferentes de aquellos niños que tienen hermanos.
“La evidencia, en general, no apoya la idea de que los niños que crecen como hijos únicos tienen una especie de déficit en sus hablidades sociales, comparados con los niños que crecen con hermanos”, dice a BBC Mundo Alice Goisis, profesora asociada de Demografía del Centro de Estudios Longitudinales del University College de Londres.
Estos niños son “comparables en términos de personalidad, relación con sus padres, logros, motivaciones y adaptación personal con niños que tienen hermanos”, añade la investigadora.
Un estudio llevado a cabo por Goisis y sus colegas, revela que son otros los factores de mayor peso que influyen en el desarrollo de los niños como, por ejemplo, la situación socieconómica de la familia o los recursos emocionales de los que disponen los padres.
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