Cristina J. Orgaz
autor,BBC News Mundo
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Hubo un tiempo, en los años 80, que el limitado acceso a dólares llevó a los importadores soviéticos a pagar las compras de Pepsi con cajas de vodka Stolichnaya.
Y cuando PepsiCo quiso expandir su marca en la Unión Soviética en 1989 y 1990, llegó a firmar un acuerdo que implicaba el trueque de submarinos soviéticos, un destructor y barcos petroleros como pago.
«Estamos desarmando a la Unión Soviética más rápido que ustedes», le dijo de broma el director de PepsiCo al asesor de seguridad nacional del presidente George Bush, según los archivos de la época de The New York Times. A la URSS de Gorbachov le llegaría el equivalente a US$3.000 millones.
Y pese al colapso de la Unión Soviética en 1991, aquella estrategia sigue dando sus frutos hoy: Rusia sigue siendo el segundo mercado más grande de Pepsi fuera de Estados Unidos.
Ahora las sanciones internacionales a Moscú por la guerra en Ucrania ha llevado no solo a las empresas a rescatar la forma más antigua de comercio que se conoce, sino también al propio gobierno, que incluso ha elaborado una guía para el trueque.
Y eso que las sanciones no son nuevas. Comenzaron en 2014, cuando Rusia se anexionó unilateralmente la península ucraniana de Crimea. Incluyen bloqueos en el suministro de tecnología, congelación de activos, penalizaciones bancarias y a las compras de petróleo y gas rusos.
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