Redacción
BBC News Mundo
Es «ahora o nunca», advirtió el primer ministro de Japón, refiriéndose a la brusca caída de la fertilidad en su país.
Fumio Kishida dijo hace unas semanas que su país está al borde de no poder funcionar como sociedad por la histórica baja en la tasa de natalidad: por primera vez en más de un siglo la cantidad de bebés nacidos en Japón cayó por debajo de los 800.000 el año pasado, según estimaciones oficiales.
En la década de 1970, esa cifra superaba los dos millones.
«Enfocar la atención en las políticas relacionadas con los niños y la crianza de los niños es un tema que no puede esperar ni posponerse», dijo Kishida frente a los legisladores, y agregó que es uno de los temas más apremiantes en la agenda de este año.
Aunque la caída de los nacimientos es un fenómeno bastante extendido en países desarrollados, el problema es más grave para Japón, dado que la esperanza de vida ha aumentado en las últimas décadas, lo que significa que hay un número creciente de personas mayores y una cantidad cada vez menor de trabajadores para mantenerlos.
De hecho, Japón es el país con la población más anciana del mundo, después del pequeño Mónaco, según datos del Banco Mundial.
Es muy difícil para cualquier país sostener su economía cuando una parte importante de la población se jubila, los servicios de salud y el sistema de pensiones son exprimidos al máximo, y las personas en edad de trabajar disminuyen.
Frente a este problema, Kishida anunció que duplicará el gasto fiscal del gobierno destinado a programas que promueven la natalidad a través del apoyo a la crianza de los niños.
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