Patricia Sulbarán Lovera
Corresponsal de BBC News Mundo en Los Ángeles
Desde la costa oeste, los californianos miran atónitos a Nueva York, el epicentro de la pandemia de coronavirus en Estados Unidos.
La realidad en el este es muy diferente a la de un estado que, pese a ser el más poblado del país, es señalado como modelo de éxito en sus esfuerzos por aplanar la curva de contagio y prevenir muertes.
El drama del covid-19 en Nueva York, una ciudad con las morgues repletas y hospitales de campaña
Hace casi un mes, los 40 millones de residentes de California, considerado como la quinta economía del mundo, escuchaban sorprendidos las palabras de su gobernador, Gavin Newsom, cuando estimaba que más de la mitad de la población se contagiaría si el territorio no ponía en práctica medidas estrictas de aislamiento.
“Si sacan sus cuentas en el estado de California, ese es un número especialmente alto”, dijo el pasado 19 de marzo.
En ese momento, California registraba menos de 1.000 casos confirmados y casi una veintena de muertes, y se convertía en el primer estado del país en implementar acciones tan drásticas para contener la pandemia
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