Katy Watson
Role,BBC News
Cuando Luca nació en un hospital de Perth hace dos años, el mundo de sus padres dio un vuelco inesperado.
Con la alegría llegó un diagnóstico impactante: Luca tenía fibrosis quística. Entonces Australia, el hogar de Laura Currie y su marido Dante durante ocho años, les dijo que no podían quedarse permanentemente, que Luca podría suponer una carga económica para el país.
«Creo que lloré durante una semana. Lo siento muchísimo por Luca», dice Laura. «Es un niño indefenso de dos años y medio que no merece ser discriminado de esa manera».
Con un tercio de su población nacida en el extranjero, Australia se considera desde hace tiempo una «nación de emigrantes», un hogar multicultural que le promete a los extranjeros un trato justo y un nuevo comienzo. La idea forma parte de su identidad. Pero la realidad suele ser distinta, sobre todo para quienes padecen una discapacidad o una enfermedad grave.
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