Por: Carlos Alberto Monge Montaño.
Monumento a la opacidad.
“La vergüenza viene en ayuda de los hombres o los envilece”… Hesiodo de Ascra (Siglo VIII a.C.). Poeta griego.
Resulta que para terminar el famoso Teatro Matamoros, que debió inaugurarse el 15 de septiembre del 2010, se requieren de otros 130 millones de pesos que para colmo, tendría que mandar el Gobierno Federal, cuando el avance apenas alcanza el 70 por ciento según consideraciones del secretario de Comunicaciones y Obras Públicas de Michoacán, José Hugo Raya Pizano.
La construcción de un espacio que prometieron albergará eventos culturales y artísticos con las condiciones más versátiles y vanguardistas del momento, en lo que fuera el Cine Colonial, inició a la par de la administración estatal que encabezó Leonel Godoy Rangel y la municipal de Fausto Vallejo Figueroa.
En lo que se antoja un incontrolable ánimo por quedar bien con el ingeniero Cárdenas, como le llaman al hijo del Tata y luego de que recién había sido gobernador Lázaro Cárdenas Batel, Godoy y Vallejo le dieron manga ancha al otro junior, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, para que se quedara al frente del fideicomiso.
Desde origen las circunstancias que rodearon al proyecto estuvieron mal, empezando por asignarle semejante trabajo a Cuauhtemito; además porque la ejecución de la obra y la compra de la mayoría de lo que se ha ocupado hasta el momento no fue licitado debidamente, optaron preponderantemente por la adjudicación directa.
En esta obra, que ya resulta vergonzosa su opacidad e impunidad, se han invertido más de 350 millones de pesos, de lo que hasta ahora se ha podido obtener de los presupuestos de egresos estatales y federales, así como declaraciones de diversos funcionarios. De tal manera que de confirmarse la cifra y sumando lo que aún se necesita para terminarlo, los michoacanos pagaremos unos 500 millones de pesos por la remodelación de un cine para convertirlo en teatro. Ni modo que no considere usted, estimado lector, que se trata de un extraordinario negocio. Indudablemente muchos especialistas ya hubieran construido, cuando menos, un par de teatros con semejante cantidad de dinero.
Está claro que en la ejecución del dinero público para el Teatro Matamoros, la sospecha sobre desvío de recursos resulta inevitable, ante la cantidad de errores y omisiones que se han cometido desde su origen. Seguro por ello es tiempo que no hay autoridad federal, ni estatal que pueda explicar con peras y manzanas cuánto dinero se ha invertido y en qué exactamente.
Por tratarse del apellido Cárdenas y considerando que el ex gobernador Lázaro Cárdenas Batel se ubica en los cuernos de la luna mexicana como coordinador de asesores del Presidente Andrés Manuel López Obrador, ya puede usted ir apostando a que en materia de transparencia y rendición de cuentas no va a suceder absolutamente nada respecto a este vergonzoso monumento ubicado en el centro histórico de Morelia.
Vaya que a Michoacán le han salido caros los Cárdenas, pero sobre todo, vaya que la herencia de su papá y abuelo, respectivamente, ha sido tan grande, que aún les da para inclusive, caer parados.
Así que ante tan patético escenario, algo bueno que podría suceder es que el asesor principal de López Obrador le sugiera mandar el dinero, para terminar de una vez por todas el Teatro Matamoros, con el consecuente y definitivo carpetazo para que su hermano Cuauhtemito, pueda seguir disfrutando de las mieles del poder y del mundo artístico.
Conste, se trata de una obra que no debió llevarse más de 2 años, que permitió la visita de decenas de especialistas para que dieran su opinión, seguramente con cargo al erario y no descarto que para beneplácito del propio titular del fideicomiso.
Por lo pronto la vergüenza ajena prevalece, ante la incapacidad y/o complicidad de autoridades de todos los niveles, que han optado por mirar a otra parte.
Y para como están las cosas, no creo que haya algún valiente que se atreva a cuestionar siquiera a uno de los Cárdenas, así que ni hablar, lo mejor que le puede pasar a los michoacanos, es que ese Teatro Matamoros por lo menos y finalmente, se inaugure este año.
Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.