Sue Nelson
Periodista de Ciencia, especial para BBC News
La demencia destruye mundos.
Erosiona, altera y roba memorias. Causa pérdida de concentración, confusión y cambios de humor. Vuelve rostros familiares y tareas simples y cotidianas en un rompecabezas incomprensible.
Aquellos que son testigos del deterioro mental de un ser querido también se ven afectados.
Un estudio llamó a los cuidadores informales o familiares los «segundos pacientes invisibles». Sus experiencias van desde el aislamiento social, al estrés y el aumento de riesgos de salud hasta problemas financieros.
Si el ser querido con demencia es tu madre o padre, también modifica y revierte una de las conexiones más importantes de nuestra vida.
Sorpresa
Mi nuevo vínculo padre-hija comenzó en la Navidad de 2019.
En la esquina de la sala, un árbol de Navidad artificial, con un exceso de adornos. Mi marido vestía un suéter de colores chillones. Nuestro hijo bostezaba mientras jugaba a las cartas. Su abuelo -mi papá- comía el tradicional pavo navideño.
Hasta ahí, la imagen típica de las fiestas. La única diferencia es que la escena se desarrollaba en el Hospital Lister, en Stevenage, una ciudad al norte de Londres.
Mi padre, que entonces tenía 87 años, había sido ingresado 24 horas antes confundido y vomitando lo que parecían ser granos negros de café.
Esto no era el resultado -como bromeaban las enfermeras- de mi cocina. Las pruebas revelaron una causa que nos soprendió a todos: sobredosis de calmantes.
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