Por: Iván Ureña
En una jornada trepidante, a las pocas horas del cierre de las casillas, parecía que Donald Trump volvería a dar la sorpresa y batir los pronósticos previos a la elección, que le daban una probabilidad menor al 10 por ciento de hacerse con el triunfo.
Pasada la media noche, después de que los importantísimos estado de Texas y Florida se habían decantado en favor del republicano todo inidicaba que éste se encaminaba a la reelección; sin embargo, un anticlimático Joe Biden apareció para decir que la elección todavía no estaba definida, que tenía posibilidades de ganar varios estados en disputa, particularmente se dijo confiado en Arizona, Georgia y Pensilvania.
Por su parte Trump, fiel a su estilo, envió un mensaje en redes sociales donde afirmó “estamos con una ventaja GRANDE, pero están intentando ROBARSE la elección”. Por lo que Twitter señaló que ese mensaje tenía contenido “que podría ser engañoso sobre una elección u otro proceso cívico”. Eso no iba a detener al polémico presidente, que dio un mensaje en la madrugada, declarándose ganador y que no veía forma que impidieran su triunfo, salvo con alteraciones a la votación.
Sin embargo, el miércoles 4 de noviembre, a las las 6:30 PM, de la costa este, el candidato demócrata, llevaba 253 votos electorales, faltándole sólo 17 para hacerse del triunfo y con ello de la Presidencia de la nación más poderosa del mundo. Adicionalmente, Joe Biden, en Arizona y Nevada —en conjunto aportan 17 votos— lleva una delantera de cuatro puntos y seis décimas respectivamente, habiéndose contabilizado en ambos casos el 86 por ciento de los votos y faltando el que se emitió por correo, universo, en el cual el demócrata lleva clara ventaja, porque un buen porcentaje de sus simpatizantes, ante los riegos de contraer Covid, prefirieron votar con anticipación buscando evitar cualquier tipo de conglomeración que se preveía se iba presentar el último día de la elección; mientras que el votante republicano, como una forma de apoyo a Trump, que se ha obstinado en minimizar la pandemia, prefirió hacerlo precisamente en esa fecha. Presunción que se comprobó en Wisconsin y Michigan, estados en los que Joe Biden logró venir de atrás y ganarlos gracias al voto emitido con anterioridad. El astuto presidente sabedor de eso, pretende no únicamente descalificar ese voto sino que no se cuente
Adicionalmente, en Pensilvania con el 89 por ciento de los votos escrutados, Trump lleva una ventaja de dos punto seis por ciento, pero con fuertes indicios a revertirse porque falta por contar buena parte del voto emitido por correo y de las ciudades, como Filadelfia y Pittsburg, donde el expresidente avasalla literalmente a su contrincante. Caso similar y más dramático aún, ocurre con Georgia, con el 95 por ciento de los votos escrutados, el republicano lleva una ventaja ínfima de 23 mil votos, faltando por contabilizar específicamente 48 mil votos de DeKalb y 42 mil Fulton, ambos condados con fuerte tradición demócrata y de los más fieles a nivel nacional. En la elección del 2016, en Dekalb Hillary obtuvo el 79 por ciento y ahora Biden lleva el 83 por ciento. Tan simple como
considerar ese pequeño, pero muy importante detalle, para concluir que los más probable es que Trump termine también perdiendo en alguno de estos estados.
En conclusión, con base en la información disponible, se puede anticipar que sólo es cuestión de tiempo para que el demócrata se haga de los ansiados 270 votos electorales y poder afirmar: Biden derrotó a Trump. Naturalmente, esta historia apenas inicia. El todavía presidente se negará a reconocer y utilizará todas sus herramientas a su alcance, que son muchas, para tratar de cambiar el resultado.
Gracias por sus comentarios. ivanure@hotmail.com